Nosotros

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El Colegio María de la Encarnación pone al servicio de la comunidad su experiencia en la formación de los niñas y niñas.

Desde 1535 fecha en la cual Santa Ángela Méreci fundó la Congregación de las Ursulinas con el carisma de ejercer su maternidad espiritual en la enseñanza de los hijos e hijas de Dios, desarrollando así una pedagogía basada en tres pilares, pilares que nosotros día a día actualizamos en el servicio educativo que brindamos.

María de la Encarnación hija de Santa Ángela Méreci aporto su celo apostólico porque todos conocieran a Dios, porque todos se sintieran amados por ÉL. Nuestra formación en valores tiene esta dimensión, el gozo de hacer el bien, lo que es correcto para agradar a Dios y servir mejor al prójimo.

Agradezco tu visita y deseo para ti el éxito en tu familia, encomiéndate a Dios, pon en sus manos tu proyecto para que todo te vaya bien y si es tu deseo bienvenido a nuestra familia María de la Encarnación.

Misión

Somos un colegio católico promovido por la Congregación Ursulina de la Unión Canadiense brindamos servicios educativos a los niños y niñas del nivel inicial y primaria. Ofrecemos una educación de calidad basada en valores y una espiritualidad de santa Ángela Méreci que tiene como eje el desarrollo de la persona.

Visión

Ser una Institución Educativa competente, innovando con nuevas tecnologías que ayuden a los niños y niñas a desarrollar competencias y capacidades para continuar su aprendizaje en el siguiente nivel desenvolviéndose con valores morales y cristianos en la sociedad.

Axiología

Herederas de un carisma, las Hermanas de la Congregación Ursulina de la Unión Canadiense promueven en sus colegios la espiritualidad de su fundadora Santa Ángela de Merecí, y de nuestra patrona, Santa María de la Encarnación”, religiosa ursulina, compartiendo con los docentes los consejos pedagógicos que inspiran su acción.

Relación fundada en el amor

Nuestras Santas nos animan a educar con amor, a tener un trato amable y afable para con cada niño – niña de nuestra Institución así ellas nos lo dicen: “Sean siempre amables y afectuosas con sus hijas … así obtendrán mucho más por la bondad y el afecto que con reproches duros y severos”

La fuerza de la unidad

El todo es más que sus partes, nosotros somos un equipo de educadores(as), cada una y todas juntas tenemos un solo sentir,
“educar con amor”
“Vivan en concordia y unión, todas juntos, de un solo corazón y de una sola alma”.
“y.. estamos aquí todos para un mismo fin…”
“Estén ligados unos a otros por los lazos de la caridad, respetándose, ayudándose, unas a otras y soportándose en Jesucristo”

Atención a la persona

Brindamos una educación centrada en los niños y niñas favoreciendo su desarrollo físico, intelectual y socioemocional. “Les será imposible no tenerlas a todas, noche y día, impresas en su corazón, a cada uno(a) en particular y no solamente sus nombres, sino también su condición y carácter y todo lo que les concierne.

Perfil del Estudiante

Dimensión Cognitiva

  • Es participativo y colaborador para la realización de proyectos.
  • Se comunica adecuadamente de forma oral y escrita haciendo buen uso del idioma español.
  • Tiene dominio básico del idioma inglés, utilizando el lenguaje oral y escrito.
  • Utiliza con discernimiento las herramientas tecnológicas para su aprendizaje.
  • Valora la pluriculturalidad de nuestro país.
  • Valora el hábito de lectura como medio para seguir aprendiendo.
  • Aprecia su entorno sociocultural y ambiental.
  • Es empático y tolerante para relacionarse con asertividad.

Dimensión Socioafectiva

  • Se valora y respeta así mismo y a los demás.
  • Se identifica con su propio sexo.
  • Reconoce sus emociones para poder manejarlas.
  • Es responsable de sus acciones.
  • Se relaciona con respeto, teniendo en cuenta de quien le habla.
  • Se apropia de las normas de convivencia para poder relacionarse en su entorno.
  • Es puntual en sus compromisos.
  • Reconoce y valora su diferencia y la de los demás.

Dimensión Psicomotora

  • Practica deportes para optimizar su crecimiento.
  • Respeta las normas de juego de una disciplina deportiva.
  • Realiza practicas de cuidado para una buena salud.
  • Demuestra habilidades sociomotrices como trabajo en equipo.
  • Respeta su propio genero y el de los demás

Dimensión Espiritual

  • Se relaciona con Dios-Padre con familiaridad y cariño.
  • Alimenta su vida espiritual con la práctica de los sacramentos de iniciación cristina.
  • Estima a Santa Angela Merici y a nuestra patrona María de la Encarnación.
  • Practica los valores desde su relación con Dios.
    Se orienta a la practica del bien con el deseo de forjar una sociedad justa.
Nuestra Historia Institucional

BIOGRAFÍA DE NUESTRA PATRONA “SANTA MARÍA DE LA ENCARNACIÓN”

Religiosa Ursulina

María Guyart nació el 28 de octubre de 1599, en una familia humilde de Tours, Francia. Sus padres fueron el panadero Florent Guyart y Jeanne Michelet, la cuarta hija de la familia Guyart.

María, desde pequeña, aprendió a conocer a Dios y a ayudar a los pobres gracias a su madre, ella la veía hacer el bien a los pobres y rezar a Dios. A los siete años ella quedó muy impresionada por un sueño que marcó su vida: “Vi a Jesús que venía hacia mí y me pregunto: «¿Quieres ser mía? “, yo respondí «Sí». Esta experiencia dejó en María una fuerte inclinación para realizar acciones de caridad y amor al prójimo.

Aunque sintió y manifestó vocación religiosa desde la juventud, a los 16 años, sus padres no pensaron que podía entrar en un convento por su carácter alegre y de gran vivacidad, así que la dieron en matrimonio a Claude Martin, un comerciante de telas con quien contrajo matrimonio en 1617.

A los dos años de matrimonio quedó viuda, con un niño de 6 meses y en la ruina. Vendió todo para condonar las deudas y se mudó con su padre, pues ya su madre había muerto.

Resolvió hacer voto de castidad perpetua, para dedicarse a cultivar su relación con Dios. Su vida espiritual fue creciendo constantemente, frecuentaba los sacramentos, empezó su dirección espiritual, los actos de devoción, la lectura de los escritores espirituales del momento y pronto su alma comenzó a ser agraciada por varios consuelos y dones místicos.

El 24 de marzo de 1620 la inunda la misericordia divina y Dios toma su corazón para siempre. Ella lo llamará «su conversión» y ciertamente lo es, o como se dice también, es su «experiencia fundante». En 1621 comienza a trabajar con su cuñado en una empresa de transportes, haciéndose cargo de las cuentas, los envíos, el cuidado de los caballos, etc., y lo hizo de manera excepcional, acrecentando el negocio en poco tiempo.

Durante los años de trabajo no perdió la fe en Dios, por el contrario, ella enseña a los hombres a cuidar sus modales y a orar pidiendo a Dios les proteja de todo peligro.

El llamado de Dios no podía hacerse esperar más, en 1631 María deja a su hijo adolescente a cargo de su hermana para tomar la vida religiosa, ingresando al convento de las ursulinas de Tours, tomando el nombre de María de la Encarnación.

Fue todo un revuelo lo que ocasionó aquello, con críticas a su persona y a la Iglesia. Críticas que aún hoy se escuchan en muchos que leen su vida, cuando nos imaginamos la escena de su hijo de 10 años llamándola, gritando y llorando bajo las ventanas del convento.

Fue maestra de novicias, para las que escribió algunas notas espirituales. En 1634 tiene una revelación sobre «un lugar difícil que la espera», y efectivamente, en 1639, emprende el viaje a Québec – Canadá junto con un grupo de misioneras hospitalarias y una señora laica, haciendo realidad aquel sueño de ir a construir una casa a Jesús y María en la Nueva Francia.

Como las religiosas que la acompañaron procedían de diferentes conventos y vivían cada una según sus constituciones, para no ocasionar división entre ellas, María de la Encarnación redactó unas nuevas constituciones, basadas en la Regla de París, manteniendo el hábito de las monjas de Tours. En 1622, dichas constituciones fueron aprobadas por el obispo San Francisco de Montmorency-Laval (6 de mayo).

A pesar de la clausura, la Madre María se convirtió en madre y sustento  de las misiones en «Nueva Francia». Para llevar adelante su obra invoca a San José, al que confía toda la obra apostólica en Canadá, y cuya devoción se extiende sobremanera, siendo hoy que este santo glorioso es el patrón de Canadá. Sin duda la mano de nuestra santa está ahí.

María de la Encarnación es el alma de las misiones en la Nueva Francia. Son años de altísima vida mística, reflejada en admirables escritos y en miles de cartas que escribió a su hijo Claudio. María de la Encarnación, en medio de guerras y revueltas, incertidumbres y martirios, avances misionales y retrocesos, fue como el corazón de la Iglesia naciente, ayudando a unos, aconsejando a otros y animando a todos.

En la nueva Francia, María de la Encarnación se dedica a la educación de las niñitas francesas y de las indiecitas de Canadá, llamándose “las delicias de su corazón”.

Para entrar mejor en la vida misional, aprendió pronto las lenguas nativas, el iroqués, el montañés, el algonquino y el hurón, hasta el punto de que compuso diccionarios y catecismos. Uniendo a la oración y a la penitencia su palabra encendida, convertía con la gracia de Dios a las personas, llevándolas a la perfección.

En una ocasión confesaba la santa: «Gracias a la bondad de Dios, nuestra vocación y nuestro amor por los indígenas jamás han disminuido. Yo los llevo en mi corazón e intento, muy dulcemente, mediante mis oraciones, ganarlos para el cielo. Existe siempre en mi alma un deseo constante de dar mi vida por su salvación» (Herencia 528).

A través de los miles de tareas que realizó en su vida, captamos su genio, su corazón, su intuición femenina y por sobre todo su amor sonriente y contagioso.

«Cuando se pertenece a Dios, es necesario seguirlo donde Él quiera y es necesario, volver siempre a este punto, a perderse en su Santa Voluntad».

Luego de una etapa difícil, su hijo la comprende y toma el camino de la vida espiritual, profesando como benedictino en la Congregación de San Mauro, de la que llegará a ser Abad General. En 1654, éste le pide que le envíe una redacción de su vida y gracias místicas, que él mismo en 1667 publicó estando ella viva aún, aumentándole con notas. Las cartas entre ambos evidenciaban el perdón por parte de él y el amor que ciertamente ella le tenía.

En 1659 se produjo el incendio del monasterio y el colegio, María de la Encarnación no se desanima, trabaja, reza, pide ayuda y en breve lo tiene nuevo y mejor que el anterior.

María de la Encarnación murió el 30 de abril de 1672, siendo amada por los nativos canadienses, que la consideraban una verdadera madre.
Fue beatificada el 22 de junio de 1980 por San Juan Pablo II.

El papa Francisco la canonizó, sin necesidad de milagros, el 3 de abril de 2014, junto al obispo Montmorency-Laval.

María de la Encarnación es llamada “Madre de la Iglesia Católica en Canadá» y «la Santa Teresa del nuevo mundo «, título que recibió en el proceso de su beatificación y canonización.

Si tiene dudas u opiniones